LLAMADOS Y PREPARADOS
domingo 2 diciembre 2018

LLAMADOS Y PREPARADOS

Cuando Dios llama, es posible que alguno piense: “Bueno, ya está todo. No me tengo que preocupar más, total… tengo el llamado. Dejo de capacitarme, dejo de estudiar, dejo de prepararme; tengo al Espíritu Santo y aprendo a depender de Él”. Pero, si uno ve en la Palabra del Señor, los que más fueron usados, más capacitados y más preparados eran.

Tomemos el ejemplo de Moisés que fue entrenado en la corte del Faraón para luego dirigir al pueblo en el éxodo y guiarlo por 40 años como su líder. Pienso en Pablo que presenta todas sus credenciales (en Filipenses 3:4-6), donde dice: “aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que se basa en la Ley, irreprochable”.

Muchos toman el próximo versículo como excusa para abandonar todo eso, y dicen: “Pero, cuantas cosas eran para mí ganancia las he estimado como pérdida por amor de Cristo”. Él está hablando de poner más importancia en ese amor a Cristo, en ese llamado del Señor, pero no está negando su educación, el haber sido entrenado por uno de los eruditos de la época. No está negando nada de eso. Si lo hubiese rechazado, negado, tirado por la borda, yo creo que no hubiese escrito todas las cartas que escribió: más de la mitad de todos los libros del Nuevo Testamento, que son veintisiete. Trece de las Epístolas las escribe Pablo, por su entrenamiento, por su capacidad, por su conocimiento.

Y de hecho, uno lee las Epístolas de Pablo y entiende que son tratados teológicos profundos que nos llevan a entender qué hizo Cristo, qué significa su sacrificio, cómo debemos conducirnos, nos ayuda a corregirnos en ética y en moralidad. Todo esto, gracias a la riqueza de su sabiduría, de su inteligencia, de su preparación y de su capacidad.

Cada uno de nosotros que fuimos llamados tenemos que seguir capacitándonos y preparándonos. Es más, yo lo estoy haciendo, estoy estudiando de nuevo en la Universidad en la que estudie en los años 80, (a fines de los 80 dejé la Universidad). Otra vez estoy tomando cursos de esta universidad en Tulsa, Oklahoma, que se llama Oral Roberts University. Y ahí estoy, estudiando, haciendo tareas, leyendo libros por Internet, tomando exámenes y escribiendo mi disertación porque entiendo que el obrero tiene que ser preparado en todo, en toda buena obra, tiene que ser experto en la palabra de justicia. Pablo, le dice a su discípulo: “Preséntate a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la Palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

Conforme a la capacidad que yo tenga serán los dones y los talentos que Dios me dé. Y eso lo puedes leer en San Mateo (capítulo 25) cuando Jesús habla de la parábola de los talentos, donde dice que le repartió los bienes según su capacidad. Cuánto más capacitado estoy, más talento voy a recibir, más será de lo que tendré que dar cuentas, porque al que mucho le es dado, mucho le es requerido.

Capacítate, prepárate, termina este año lectivo con todo y empieza el próximo mejor aún. Y si dejaste los estudios, entiende que Dios busca instrumentos capacitados, preparados para que sean útiles en Sus manos. 

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