LA IMPORTANCIA DE ORAR Y AYUNAR EN UNIDAD
viernes 30 septiembre 2016

LA IMPORTANCIA DE ORAR Y AYUNAR EN UNIDAD

Creemos que Dios tuvo misericordia y, en su bondad, manifestó su presencia sobre Argentina en distintas épocas. Esto nos hizo ver, por un lado, cómo las delegaciones de otras naciones venían a participar de cultos gloriosos y regresaban a sus países con una nueva plenitud. Y por el otro, cómo nuestros consiervos eran convocados a las naciones a ministrar sobre el despertar de Dios. También fuimos testigos de cómo el Señor llevó un gran número de misioneros que fueron llamados a las naciones y enviados desde nuestro país. Esta es la gracia sostenida de Dios que hoy nos convoca a una “cita divina”.

Sentimos su llamado, una vez más, a unirnos no solo por nuestras necesidades de familia o iglesia, sino por el capital mayor: “nuestra nación”. En estos 40 días, Dios convoca a levantar un altar nacional, unidos en amor y humildad, a hermanos que ya venían haciéndolo y a aquellos que seguirán sumándose.

El poderoso Espíritu Santo levantará un ejército de cientos de miles que se sumarán a los tantos días de ayuno e incontables horas de oración, clamor y lágrimas. Y los altares arderán a lo largo y a lo ancho del país en los hogares, las iglesias, los Consejos pastorales, etc. La fuerza de la esperanza nos anima una vez más y la fe nos dice que el cielo le responderá a la Tierra. La intervención divina hará que estemos más sensibles, dispuestos y disponibles para Él.

Es mi deseo que, unidos, podamos ceder a los deseos del Espíritu Santo. ¡Él es el verdadero intercesor! Teniendo la firme convicción de que esta unidad es un arma poderosa, tal como lo expresa Jesús en Mateo 18:19.

La unidad, entre otras cosas, es sentir un vivo deseo de ver a Dios manifestado en la Tierra; y el ayuno, de alguna manera, expresa nuestra impotencia humana ante la necesidad argentina pero revela también nuestra completa fe en nuestro Padre celestial.

En el caminar con Él, aprendimos que la vida se define por qué apetitos tenemos y por cuánto apetito tenemos. Y que el ayuno es dejar de comer para decirle a Dios: “Tengo más deseo y anhelo de ti que de la comida”. El adorador lleva siempre en su interior un hambre más elevado y profundo por el ser del Señor.

En estos días el hambre por el ser de Dios crecerá y será mayor que el hambre por la comida, lo cual se traducirá en ayuno y ferviente oración. Nuestra victoria de hoy es desear a Cristo.

En La Biblia, en la historia de la Iglesia, vemos que se hicieron ayunos en tiempos de crisis y necesidades extremas, pero esto es solo una parte porque hay un ayuno que no viene por ver la necesidad sino por un deseo profundo de nuestro ser interior por Dios, su Palabra y su obra, nacido en el celo que tenemos por la fama de Jesús. Es querer que Dios sea Dios sobre lugares, personas y circunstancias.

En nuestra nación esto revela la intensidad del deseo que sentimos por Él y la fe que tenemos de ser saciados con una plenitud mayor: verlo manifestado en nuestra nación. La necesidad de Argentina es Dios. Queremos a Dios y este es el vínculo que une nuestras voluntades a la de miles y miles que tienen el mismo anhelo. ¡Qué sentida necesidad tenemos de estar enamorados del Señor, apasionados por Él!

El amor por Dios significa exclusividad con Él y despierta un celo por su gloria y su fama, unido a un odio por el pecado y toda obra que encarna a las tinieblas. Allí nace el poder de la autoridad y la fe para desalojar las fuerzas destructivas que operan en nuestro país. Este amor por Jesús es poder que nos sostiene en el tiempo, ante los procesos largos.

Hoy más que nunca nos unimos y creemos que Isaías 43:19 es para nosotros y que será tal como lo dice en su Palabra: Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados. Dios lo hará de nuevo. Otra vez tendrá misericordia. Otra vez visitará la Tierra. Otra vez tocará a nuestra nación. ¡Sí! ¡Otra vez!

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