FUIMOS CREADOS PARA TRIUNFAR
domingo 23 octubre 2016

FUIMOS CREADOS PARA TRIUNFAR

Se cuenta que Sir Edmund Hillary intentó, varias veces, sin éxito, escalar el Monte Everest, hasta que finalmente lo logró. Pero hay un hecho interesante ocurrido en uno de esos tantos intentos fallidos: luego de no lograr su deseo, Hillary permaneció parado al pie de la gran montaña y, sacudiendo su puño hacia ella, dijo: “¡Te venceré! Porque tú no puedes ser más grande de lo que eres, pero yo todavía estoy creciendo”. Continuó, siguió intentando, persistió, hasta que un día lo logró. 

El mayor enemigo de lo mejor no es lo peor, sino lo bueno. Lo bueno nos lleva a conformarnos con algo que no es lo que realmente soñamos, pero que, dentro de todo, no es tan malo. Nos contentamos con lo que tenemos hoy a mano, como dice el refrán: “Más vale pájaro en mano, que cien, volando”. Si bien esto generalmente se aplica a la importancia de no dejar escapar las oportunidades, también podemos aplicarlo a aquellos que se contentan con lo que tienen en mano y no se arriesgan por más. 

Por lo general, cuando nos lanzamos a nuevos desafíos, lo hacemos con mucho entusiasmo y grandes expectativas, y nos trazamos objetivos lo suficientemente altos para motivarnos. Pero debemos tener en cuenta que lo importante no es sólo poseer un sueño y emprender el viaje, sino que la verdadera felicidad radica en lograr llegar a destino. Comenzar y acabar. 

Entre su sueño y el lugar donde se encuentra, siempre se presenta una tercera alternativa; funciona como una parada de descanso que se aprovecha para tomar nuevas fuerzas. Esto me recuerda al cansado caminante del desierto que, luego de largos días de intenso calor y fatigoso caminar, divisa a lo lejos un maravilloso oasis. Lo más razonable es hacer un alto y pasar un tiempo allí; sin embargo, sería una tontería tomar esta alternativa momentánea como una morada permanente. Este lugar no tiene nada que ver con el destino final. Quedarse allí sería rebajar el nivel de los sueños y a esto se lo denomina conformismo. Su destino se relaciona con cosas grandes; no, con menudencias, con pequeñeces. El sentirnos satisfechos con menos de lo deseado contribuye a empequeñecernos. 

Deténgase por un momento y haga el siguiente ejercicio: 

  1. 1. Piense dónde anhelaba llegar con su vida y compárelo con el sitio donde se encuentra en este mismo momento. ¿Cuál es el resultado? Si no se encuentra en el lugar correcto, es el momento de tomar una decisión. Nada cambiará, si no inicia una acción para que así suceda. “Para alcanzar los lugares que nunca antes ha alcanzado deberá hacer lo que jamás antes había hecho”. 

  2. 2. No acepte de manera resignada su presente. No se sienta satisfecho con lo hasta aquí ha logrado, no se acostumbre a vivir por debajo de su nivel, con el mínimo de sus infinitos recursos. No permita que sus sueños se hagan trizas, mantenga viva la llama del entusiasmo. 

  3. 3. Comenzó bien, continúe bien. Apunte alto. No se justifique pensando que “al menos lo intentó”, los premios no son para los que participan de la carrera, sino para los que la acaban. ¡Levántese, todavía puede lograrlo! ¡No se quede a mitad de camino!

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