PAZ FRENTE A LA DESOCUPACIÓN
sábado 3 noviembre 2018

PAZ FRENTE A LA DESOCUPACIÓN

“He sido joven y ahora soy viejo, pero nunca he visto justos en la miseria, ni que sus hijos mendiguen pan.” Salmo 37:25

La historia económica, al menos la argentina, indica que no hay que dar nada por seguro, ni siquiera los ciclos de auge.

Los ciclos económicos son las oscilaciones recurrentes de la economía en las que una fase de expansión va seguida de otra de contracción, seguida a su vez de expansión y así sucesivamente. La contracción genera como resultado una crisis económica que afecta de modo negativo la economía, lo cual genera que millones de personas se queden sin empleo.

La falta de empleo en los jóvenes provoca la dependencia de los padres y un estado de agresividad y de rebelión que, poco a poco, deriva en otro de marginalidad. Experimentan vergüenza ante la familia porque sienten que son mantenidos y los padres se han sacrificado en beneficio de su preparación profesional. Los adultos se sienten sorprendidos y desorientados, tienen miedo. Lo viven como un fracaso personal y social, tienden a quedarse en casa delante de la televisión o duermen más horas de lo habitual, con una enorme sensación de vacío.

La Biblia en el libro de Génesis nos habla de los ciclos económicos cuando José le interpretó el sueño a Faraón de siete vacas hermosas y gordas, y por otro lado siete vacas flacas y de feo aspecto. “Vendrán siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto y, detrás de ellos, vendrán siete años de escasez”, le anunció. Faraón, impresionado por ello, dijo: Quedarás a cargo de mi palacio, y todo mi pueblo cumplirá tus órdenes.

Debemos entender que, frente a la dificultad, podemos tomar dos posturas: nos hundimos o nos conectamos con nuevas posibilidades, con la creatividad, con nuevos emprendimientos.

Esto me recuerda “la pesca milagrosa”. En este relato bíblico, los discípulos de Jesús fueron a pescar y no sacaron nada. Pero cuando lo hicieron bajo la palabra y la autoridad de su Maestro, la red se rompió a causa de la abundancia en la pesca.

Siempre la vida es mucho más fácil cuando te embarcas con el que sabe dónde están los peces, aunque estos sean escasos. Pasar la prueba sin Jesús puede ser desesperante pero, si lo invitamos a navegar en las tormentas con nosotros, podemos tener experiencias maravillosas y enriquecedoras.

El Señor nos enseñó, a través de la oración del Padre Nuestro, a decir: “Danos hoy nuestro pan cotidiano”, comprometiendo a Dios a ser el único del cual dependeremos, más allá de todo ciclo económico que pueda estar transcurriendo nuestra nación. Él es nuestro Dios, nuestro refugio, nuestra confianza, nuestro consuelo y nuestra esperanza

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