MILITANDO POR DIOS, LA VIDA Y LA FAMILIA
viernes 24 agosto 2018

MILITANDO POR DIOS, LA VIDA Y LA FAMILIA

Se contaminaron así con sus obras, y se prostituyeron con sus hechos. Se encendió, por tanto, el furor de Jehová sobre su pueblo, y abominó su heredad; los entregó en poder de las naciones, y se enseñorearon de ellos los que les aborrecían.42 Sus enemigos los oprimieron, y fueron quebrantados debajo de su mano” Salmos 106.37-42

El texto nos dice que la muerte de los hijos en manos de sus propios padres significa varias cosas para una nación:

1. EL DESPRECIO DE LA VIDA:

Lo primero que dice es que la muerte de los niños en manos de sus padres es un sacrificio.

“Sacrificaron a sus hijos y a sus hijas a los demonios.” Sacrificar significa renunciar a algo valioso. Nada menos que la vida de un ser humano, es sacrificada por algo. Y, como dice el pastor John Piper, ese algo manifiesta la locura, la barbarie de nuestra cultura. El control satánico de nuestro sistema. ¿Puede haber algo más valioso que una vida humana? ¿Puede haber algo tan valioso por lo cual podamos sacrificar la vida de un ser humano? Porque si la vida de ese ser humano no es valiosa para este sistema, tampoco la tuya y la mía lo son. Y sea por medio de la muerte, sea como lo hizo el faraón por medio de la opresión social y económica, sea de la manera que sea, a vos también te van a sacrificar, porque no sos para el sistema lo suficientemente valioso.

No hay mayor valor que el de la vida de un ser humano.

2. EL DESPRECIO DE DIOS:

Dice el texto: “Sacrificaron a sus hijos y a sus hijas a los demonios.” El que está detrás de la muerte de los niños en manos de sus padres es Satanás mismo. Dice la Biblia que el mundo entero está bajo el maligno. Es decir, este sistema de opresión, mentira y muerte, son el resultado del poder de Satanás. Por eso el final es la muerte, y por eso la argumentación es la mentira. . Jesús dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44).

3. EL DESPRECIO DE LOS INOCENTES:

Dice el v. 38 “y derramaron la sangre inocente.” La Biblia llama la muerte de los niños en manos de sus padres la sangre inocente. Los bebés son inocentes. No tienen ninguna culpa para ser asesinados. Nadie tiene derecho de tomar la vida de otro ser humano y menos la de un inocente que no puede defenderse. Es un mandato de Dios que hagamos oír la voz de los que no tienen voz, defendiendo su vida. Dice la Biblia: “Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Rescatad al débil y al necesitado; libradlos de la mano de los impíos.” Salmo 82:3-4

4. EL DESPRECIO DE LA NACIÓN:

Dice el v. 38: “y la tierra fue contaminada con sangre.” Cuando los padres sacrifican a sus hijos e hijas, hacen que el territorio de esa nación esté contaminado. Y esto provoca el juicio de Dios sobre el pueblo, y la nación es quebrantada. “Se encendió, por tanto, el furor de Jehová sobre su pueblo, y abominó su heredad; los entregó en poder de las naciones, y se enseñorearon de ellos los que les aborrecían.  Sus enemigos los oprimieron, y fueron quebrantados debajo de su mano.


5. EL DESPRECIO DE LA FAMILIA:

El sacrificio de niños en este salmo es descrito como el sacrificio de nuestros hijos e hijas. “Sacrificaron a sus hijos y a sus hijas”. El salmista pudo haber dicho “sacrificaron niños”. Pero dice: “sus hijos y a sus hijas”. Eran familia. Este bebé que es sacrificado, es familia. Porque lo que está detrás es la destrucción de la familia. Y el que está detrás es el que vino a robar, matar y destruir.


Pero nosotros los que seguimos a Jesucristo, los que deseamos vivir conforme a su voluntad expresada en la Biblia:

1. CREEMOS EN EL VALOR DE LA VIDA, en lugar de despreciarla. “He aquí herencia de Jehová son los hijos, cosa de estima el fruto del vientre” (Salmos 127.3). No hay nada más importante que la vida humana.

2. CREEMOS EN LA AUTORIDAD DE DIOS SOBRE TODA VIDA HUMANA, en lugar de despreciar a Dios y someter la vida a demonios. “Y sucedió que cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Acaso soy yo Dios, para dar muerte y para dar vida?” (2 Reyes 5.7)

3. CREEMOS QUE DEBEMOS DEFENDER AL INDEFENSO, en lugar de despreciar a los inocentes. “Levanta la voz por los que no tienen voz; ¡defiende a los indefensos!” (Proverbios 31.8)

4. CREEMOS QUE DEBEMOS ORAR PARA QUE DIOS SANE NUESTRA TIERRA, en lugar de despreciar a la nación contaminándola con muerte. “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” 2 Crónicas 7.14

5. CREEMOS QUE LOS PADRES DEBEMOS PELEAR POR LA VIDA DE NUESTROS HIJOS, en lugar de despreciar a la familia. Conscientes hoy más que nunca que el diablo vino para robar matar y destruir la vida de nuestros hijos. “Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que venga yo y hiera la tierra con maldición” Malaquías 4.6 Cuando los padres no vuelven su corazón de amor, cuidado, oración, clamor, lucha espiritual a sus hijos, viene la maldición y el diablo roba, mata y destruye. Pero cuando los padres volvemos nuestro corazón, en amor, cuidado, clamor, oración, lucha espiritual por nuestros hijos entonces la bendición viene no sólo a sus vidas, sino a la familia, a la iglesia y a la nación.

En el tiempo del Faraón, el sistema demoníaco se manifestó con sufrimiento y necesidad material y con el asesinato de bebés. Nosotros estamos pasando como nación otro ciclo como el que venimos sufriendo década tras década. Una nueva devaluación, y otra vez un aumento de la pobreza. El mismo contexto de necesidad que en Egipto.

Pero dice que Dios escuchó el clamor de su pueblo. Y los liberó de la situación de opresión, pobreza y esclavitud. ¿Y a que no sabés por medio de quién? Por medio de un bebé librado de la muerte decretada por la ley del Faraón. A mí eso me habla de la esperanza allí donde no la hay. Esperanza en que Dios siempre, siempre tiene la última palabra. La paradoja de un condenado a muerte usado por Dios para traer libertad y vida. Pasaron 1200 años y otro bebé condenado a muerte por mandato del poder de turno, creció y otra vez el poder controlado por el sistema demoníaco lo condenó a muerte. Pero Jesucristo, el Señor, venció definitivamente el poder de la muerte, desenmascaró las obras del diablo y resucitó para darnos vida y vida en abundancia.

Cuando no hay esperanza, cuando los hombres nos desilusionan, Dios escucha el clamor de su pueblo y lo libra de las obras de Satanás. Por eso, nosotros somos el pueblo de la esperanza y de la confianza. No tenemos temor a las malas noticias, ni a los malos agüeros. Pero no es una expectativa puesta en los hombres sino en Dios.

Por eso seguimos orando y militando. No podemos ser apáticos. Dios nos pedirá cuentas por nuestra participación o por nuestro silencio cómplice. Dice la Biblia: “Y Dios hizo bien a las parteras. Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias.”

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