EL GRAN DEFENSOR DEL CRISTIANISMO
martes 20 septiembre 2016

EL GRAN DEFENSOR DEL CRISTIANISMO

Fue listado como uno de los 10 cristianos más influyentes en el siglo 20 por la revista Historia Cristiana, junto a personas tales como Kart Barth, Billy Graham y Martin Luther King Jr. También ha sido descrito como “uno de los más amados apologistas cristianos del siglo 20” y el “apóstol de los escépticos” porque él decisivamente contestó las objeciones comunes que las personas argumentaban contra aceptar a Cristo como Salvador. Fue escogido para una cubierta de la revista Time en 1947, porque habiendo sido antes percibido como un académico secular, ahora estaba afirmando públicamente su fe cristiana en sus escritos, en la radio y en sus relaciones con los demás.

C. S. Lewis nació en una familia protestante en Belfast, hoy Irlanda del Norte, en Nov. 29, 1898. Soportó una niñez más bien infeliz y solitaria. Fue golpeado especialmente por la inesperada muerte de su madre por el cáncer, cuando él todavía no había cumplido los 10 años de edad. La muerte de ella dejó un hueco en su corazón y causó que él se revelara contra Dios.

Sus familiares y amigos le llamaban Jack, nombre que adoptó después de que su perro Jacksie falleciese atropellado cuando Lewis todavía era un niño. Creció rodeado de libros, hecho que facilitó su interés por la literatura desde temprana edad. Muy imaginativo, junto a su hermano Warren creó diferentes mundos gobernados por animales fantásticos, los cuales más tarde servirían de escenario para sus textos.

Combatió en la Primera Guerra Mundial formando parte del ejército inglés, y estudió lengua y literatura griega y latina en la Universidad de Oxford. En esta misma universidad fue profesor de inglés durante los años 1925 y 1955. Más tarde impartió clases de literatura medieval y renacentista en Cambridge.

En Oxford entabló amistad con J. R. R. Tolkien, autor de “El Señor de los Anillos, con quien creó el “Grupo Inklings”, conjunto de escritores y profesores que reunidos en un pub charlaban sobre asuntos literarios, históricos, mitológicos, sociales y religiosos.

Lo que es más fascinante acerca de Lewis, especialmente para los cristianos, es la historia de su propia conversión. Nos lo ha contado en sus escritos, especialmente en “Sorprendido por el Gozo”. Temprano en su vida y luego de varios episodios personales traumáticos, como la muerte de su madre, rechazó cualquier creencia cristian, y se convirtió en un ateo confeso. Cuando a la edad de 18 años se le preguntó cuáles eran sus creencias religiosas, él dijo que la adoración de Cristo y la fe cristiana eran “una mitología entre muchas”.

Para cuando ya había servido en el ejército británico y empezó sus estudios en la Universidad de Oxford como estudiante, tenía apenas 20 años, y era un confeso intelectual materialista.

Lewis había sido un lector voraz en su niñez temprana. Lo que él no sabía es que Cristo lo estaba llamando mediante la lectura, atrayendo lentamente al joven hacia Sí mismo. Lewis fue grandemente influido por dos escritores, George Mac Donald, el ministro presbiteriano escocés del siglo 19, y el novelista G. K. Chesterton, un apologista cristiano y periodista de Londres. Lewis escribió en Sorprendido por el Gozo: “Al leer tanto a Chesterton como a MacDonald, no sabía a qué estaba yo dándole cabida en mí. Un joven que deseaba permanecer como buen ateo no podía ser tan poco cuidadoso con su lectura. Hay trampas por todas partes…Dios es, si lo puedo decir, muy inescrupuloso”.

Los amigos cercanos de Lewis también jugaron un papel vital causando que su corazón se abriera al amor de Cristo, mediante sus charlas con él acerca del cristianismo y Cristo. Uno fue Owen Barfield, que también había recorrido el camino desde el ateísmo al teísmo y finalmente hasta Cristo. Otro fue Nevill Coghill, por el cual Lewis se sorprendió al descubrir que era cristiano.

En 1929 C. S. Lewis se encontró a sí mismo desafiado por la existencia de Dios. Éste importante paso fundamental en su jornada de conversión fue alcanzado más bien de repente. Como él cuenta la historia, en una ocasión durante éste tiempo sucedió que abordó un autobús. Cuando subió al autobús era un ateo. Cuando llegó a su parada, se bajó del autobús creyendo en la existencia de Dios. No que Lewis estuviera buscando a Dios. Él dijo que realmente no quería encontrarlo. La revelación acerca de la existencia de Dios era una cosa que le causaba algo de miedo. En Sorprendido por el Gozo, Lewis escribió “Usted debe imaginarme sólo en ese cuarto en Magdalen, noche tras noche, sintiendo el consistente, implacable acercamiento de Él a quien yo tan seriamente deseaba no conocer. Aquello que tan grandemente yo temía había finalmente llegado sobre mí. Finalmente cedí, y admití que Dios era Dios y me arrodillé y oré: quizás, esa noche, el más desanimado y renuente convertido en toda Inglaterra…Pero quién puede debidamente adorar ese Amor que abrirá las altas puertas para un pródigo que es traído pateando, luchando, resentido y lanzando su mirada en toda dirección por una oportunidad para escapar”. Cuando Dios atrajo el corazón de Lewis hacia Sí mismo, él vino a estar consciente de la presencia de su propia pecaminosidad. Escribió Lewis: “Por primera vez me examiné a mí mismo con un propósito seriamente práctico. Y ahí encontré lo que me dejó perplejo: un zoológico de lujurias, un tumulto de ambiciones, una guardería de temores, un harén de odios mimados. Mi nombre es legión”. Aunque Lewis estaba temeroso por lo que vio en sí mismo, el Espíritu Santo abriría el corazón y la mente de Lewis al perdón y al amor de Cristo.

Por las siguientes tres décadas Lewis dedicó mucho de su tiempo a escribir y hablar acerca de Cristo y de la fe cristiana. Justamente, a través de la lectura de uno de sus libros, la escritora estadounidense Joy Gresham tuvo en un encuentro con Cristo. Ella, dieciséis años más joven que Lewis, comenzó a escribirle cartas en agradecimiento y, luego de un tiempo de intercambiar correspondencia, pudieron conocerse personalmente. Contrajeron matrimonio en 1956. Sin embargo, la pareja sólo compartió cuatro años juntos, hasta la muerte de ella en 1960. Su fallecimiento sacudió nuevamente la fe del escritor, que expresó sus dudas y cuestionamientos en sus escritos, aunque finalmente volvió a confiar en la soberanía y el amor de Dios.

Las obras de Lewis han sido traducidas a más de 30 idiomas, y ha vendido millones de copias a través de los años. Su obra más conocida es “Las Crónicas De Narnia”, colección de siete libros de fantasía juvenil escrita entre los años 1951 y 1956: “El león, la bruja y el armario” (1951), “El príncipe Caspian” (1951), “La travesía del viajero del alba” (1952), “La silla de plata” (1953), “El caballo y el muchacho” (1954), “El sobrino del mago” (1955) –escrito en 1955 pero configurado como el inicio de la saga- y “La última batalla” (1956).

Tanto su fe como su erudición literaria y medieval-mitológica (en especial la nórdica) fueron bases esenciales para la creación de estos libros. Al margen de estos volúmenes, la bibliografía de Lewis destaca por su “Trilogía Espacial”, compuesta por las novelas de ciencia-ficción “Más allá del planeta silencioso” (1938), “Perelandra” (1943) y “Esa horrible fortaleza” (1946). También ha escrito la sátira “Cartas del diablo a su sobrino” (1942), libros sobre el cristianismo, como “Mero cristianismo” (1952) o “Los cuatro amores” (1960), ensayos sociales, como “La Abolición Del Hombre” (1943) o volúmenes sobre literatura, como “Literatura inglesa en el siglo XVI” (1954).

Su existencia y el progreso de su pensamiento viene recogido en parte en su libro autobiográfico “Sorprendido por el gozo” (1955). Falleció el 22 de noviembre de 1963. Tenía 64 años.

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